AL QUE POCO TIENE SE LE QUITARÁ
- Frederick Guttmann
- 24 mar
- 6 Min. de lectura
AL QUE POCO TIENE SE LE QUITARÁ
Frederick Guttmann R.
Esta frase del evangelio de Mateo 13:12-17 ha dado mucho de qué hablar. ¿Cómo que <<al que tiene poco, ese poco le será quitado>>? Esa aseveración suena muy dura, especialmente viniendo de Yeshua. Parece injusta. ¿Dónde está eso de ser misericordioso? ¿Cuál es su contexto? Normalmente, cuando las personas analizan parábolas como la de los talentos o las minas, piensan que Yeshua se refiere a los dones de las personas. Lo más habitual es tratar de relacionar estas palabras con una visión basada en la idiosincrasia de la religión, no en la explicación de la mentalidad de riqueza y la mentalidad de pobreza.

Pese a que gran parte de las parábolas de Yeshua se refieren a asuntos económicos, la abundancia y la prosperidad, la mentalidad de pobreza que fomenta el ego intenta desviar la atención en otra dirección. Nuestro planeta rebosa de abundancia, así que hay algo mal en el hombre - porque no debería haber nadie en escasez -, y, no, NO SON LOS POLÍTICOS. Debido a dogmas tóxicos de la iglesia católica que absorbieron los protestantes, la comprensión de la abundancia del universo es rechazada casi categóricamente por la mayoría de “cristianos”. Para ello, literalmente si tienes más de lo justo para “sobrevivir” es malo, “no entrarás al reino de dios” o “te convertirás en mala persona”. Gracias a esto la iglesia católica mantuvo un monopolio de poder, y la pobreza – que es hermana de la ignorancia – se mantuvo como un estándar identificativo de los “cristianos”.
Los “cristianos”, si fuesen realimente cristianos, debieran ser, no sólo las personas más ricas del mundo, sino las más poderosas (y no porque anden detrás del poder, sino por reglas simples de matemática). Claro, afirmar esto encrespará a los que se defienden interiormente con la doctrina de la pobreza, porque piensan que eso los hace humildes y nobles. Pobre de la escasez ni te ayudas a ti ni ayudas a nadie. Yeshua habló de esto en contadas ocasiones, pero, como siempre, se remitió a la mente: la fuente de todas las cosas. Cuando no entiendes que, aunque el universo sea un holograma de dualidad, la mente impera sobre él, y, por tanto, tus circunstancias dependerán de tus creencias subconscientes – y sólo en algunos pocos casos del influjo de los astros -.
Una persona con mente pobre, cuando tiene dinero, se siente subconscientemente impelido a tratarlo según le inculcaron. Si le enseñaron que “quien tiene mucho dinero es malo”, intentará deshacerse del dinero de un modo u otro, para quedarse sólo con lo necesario para sobrevivir. Si le enseñaron que “el dinero es del diablo”, le resultará difícil conseguir dinero, o si lo consigue, lo pierde increíblemente rápido (la mente se encargará de diseñar el escenario, sea con una multa que recibe, como un robo que le hacen, o que se le caiga por la calle). Si le enseñaron que el dinero y “Dios” son opuestos, podría preferir decantarse por ser ateo, o montará un negocio con la Biblia, para tratar así de “santificar” el dinero, o sencillamente se le hará imposible ahorrar, pensando en que no debe “acumular” nada, porque no se lo llevará al “cielo”.
Una persona con mente próspera, cuando recibe “5” unidades de valor, sabe convertirlas en otras 5. Quienes reciben “10”, las convierten en otras “10”, y normalmente agregan intereses, entonces demuestran al cosmos que son buenos administradores, y pasan a administrar cosas cada vez más grandes. El que tiene mente pobre, difícilmente logra generar “1” unidad de valor, y esa unidad de valor se le escapará de las manos. Otro aspecto de la mentalidad de pobreza es acumular, como el síndrome de Diógenes, “por si acaso”, pues teme a la pérdida. Hay personas que llegan a acumula dinero y no perderlo, pero lo empiezan a esconder. No lo ponen a producir, distinto a como hacía el rey Shlomo (Salomón). Así contraría el mandato primigenio, que decía <<fructificad y multiplicad.>> Esta persona, si le recriminasen esta actitud, diría que no te puedes “fiar de la vida”, como si existiese algún poder externo por ahí, llamado “vida”, que te va a dejar en la calle, porque es cruel e injusto. Es lo que explica Yeshua al decir: <<eres duro, pues pretendes recoger donde no sembraste.>>
El de mente pobre se queja de todo, sea de los padres, la vida, la familia, los vecinos, el alcalde, el presidente, los políticos, Dios, el diablo, los gérmenes, etc. No sobran figuras a las cuales culpar de que él esté mal económicamente – o de salud, o sentimentalmente, etc. -, mientras esconde un par de monedas debajo de la cama, como si les fuesen a salir raíces, tronco y ramas y produjese un árbol de dinero. Claro, el de mente pobre que abraza estas creencias fuertemente, leerá lo que escribo y le hervirá la sangre, ¿contra quién? ¿Contra él por tener estos paradigmas mentales, o conmigo? Acertaste: yo seré el siguiente en la lista de a quien señalará y juzgará, porque él nunca se equivoca. Tiene tanta razón que por eso es próspero, sano y feliz. Ah, no, en realidad está jodido, y la razón es su estructura mental y valores.
Una persona con mente próspera visualiza crear 5 puestos de trabajo, y materializa 5 puestos de trabajo para sus empleados. Visualiza 10 huertas y atraerá la manifestación de 10 huertas, y producirá mucho alimento, para él, su familia y muchos más. Así es el que siembra, como en las parábolas de Yeshua. El de mente pobre, lo único que visualiza es desgracia, “mala suerte”, miedo a la escasez y la pérdida, pesimismo y negativismo, y así, <<aun lo poco que cree que tiene>> lo pierde. Atraemos en lo que vibramos, y echamos fuera lo que maldecimos. Si quieres ver lo poderoso que puedes llegar a ser, empieza a maldecir tus cosas, y ten por seguro que en menos de una semana verás la “mala suerte” empezar despiadadamente a arrebatarte todo. Por el contrario, empieza a agradecer el cuerpo, tu pareja, tu hogar, tu familia, tu edificio, tus vecinos, tu barrio, tu bicicleta, tu teléfono, el árbol que te da sombra, el sol que te calienta e ilumina, el aire que te refresca y te da oxígeno, el agua que te alivia, limpia y sacia la sed, etc. Da gracias por todo, siéntelo de corazón, disfruta de cada instante y verás cómo el universo te da más de todo aquello que valoras.
Sé desagradecido con un regalo y nadie te volverá regalar nada: así es la vida. Vibra en miedo, y atraerás esos escenarios que temes. Sé tacaño, y la vida y los demás serán tacaños contigo. Valora las cosas y a las personas, y te valorarán a ti y a tus cosas (proyectos, empleo, talentos, familia, salario, etc.). Cuanto más creces, más generas, más produces, y así, más puedes servir, ayudar, llegar a otros, salvar y ampliar. Si no cambias tus viejas creencias incapacitadoras y tóxicas, ten por seguro que tu vida no va a cambiar, por más rezos y ayunos que acumules. Podrás consolarte con la idea utópica de que algún día, en un mundo abstracto en el Más Allá, sí vivirás cómodamente, porque, PRESUNTAMENTE, no te pereces vivir bien ahora, en un planeta que, de hecho, es ya un paraíso. La vida que tu decidas vivir será cosa tuya, no metas a “Dios”. Él no es responsable de que desde niño aceptases todo tipo de creencias y convicciones basura sobre la prosperidad, la riqueza, la abundancia y el dinero.
Cuando te vaya económicamente mal, no metas a “Dios”, al “diablo” o a los políticos. Sé consecuente y responsable: tu vida es el resultado de tus creencias y decisiones. Si quieres ser buen deportista, entrenas, no te quejas. Si quieres más dinero, estableces cuánto quieres ganar al año, y te capacitas y preparas mental, intelectual y logísticamente para lograrlo, rechazando categóricamente la jerarquía de creencias que asimilaste y que no te dan felicidad. Lo único que debe importarte de las enseñanzas de Yeshua en contra del tema es “acumular”, porque eso es “maldición”. El dinero es “flujo” (por eso los riñones suelen dolerte, como la ciática o los músculos de la zona lumbar, cuando estás económicamente mal), de modo que si estancas agua se pudre y se llena mal olor e insectos.
El dinero debe estar en movimiento, no para “deshacerte” de él, sino para ponerlo en FUNCIONAMIENTO, como si en vez de dinero tuvieses frutas o verduras: las guardas, y ni las consumes ni las vendes ni las regalas, y se te pudren, llenan de gusanos y desprenden mal olor, atrayendo insectos y ratas. Ese es el tipo de “rico” al que se refería Yeshua en aquel entonces, los “judíos ricos” de su sociedad, que pensaban sólo en sí mismos y en acumular bienes y riqueza, no en aportar cosa alguna a la sociedad ni en enriquecer su espíritu. Esos bichos que aprovechan la fruta dañada simbolizan tu miedo a la pérdida, y el acumular cosas. Y, por encima de todo, que el dieron para ti sea un hobby, un juego, un deporte, algo que trabaja para ti, no tú para él, porque entonces se vuelve una distracción que te ocupa la mayoría de un tiempo que es más valioso dedicarlo al enriquecimiento del intelecto, el alma, los valores, el hogar y el servicio a otros (y esto va también por el empleo, que para muchos absorbe más tiempo en alimentar a mamon que al alma). A eso se refería Yeshua al decir <<haced tesoros en el cielo>>, o sea, en tu mente (cultívala, enriquécela, fortalécela, sánala y úsala [psíquicamente hablando]).
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